Un año más, por estas fechas, nos toca sufrir la oleada de gamberrismo de algunos que nos visitan, faltando al respeto a nuesta parroquia, a nuestro patrimonio, y poniendo una vez más a prueba nuestra paciencia.
¿Tan caro resulta un papel y un boli? ¿Tan gracioso es llenar de pintadas nuestros espacios de recogimiento, oración, celebración y convivencia?
Una vez más, apelamos al sentidiño (ese cada vez más escaso en algunas personas) y a la colaboración ciudadana para poner a los responsables donde merecen estar.