Y lo hemos hecho con todas las medidas (aforo reducido, uso de gel y mascarilla, guardando distancias), pero también con toda la ilusión.
Porque los niños nos llenan de alegría, y de vida. Y porque la fe se vive y crece en comunidad.
Esta semana hemos aprendido del mismo Jesús a respetar nuestro templo, pero también a saber tirar a la basura todas las cosas que nos alejan de Dios (el odio, la superficialidad, el rencor, el egoísmo...).
A partir de la próxima semana, completaremos el trabajo de la Catequesis con una pequeña tarea doméstica. Porque para que funcione bien, la Catequesis comienza en casa. Nos ayudará a implicarnos en la educación religiosa de los niños.