Por Fernando García Sanz
Seis de enero. Un escalofrío recorre el cuerpo nada más despertar. ¿Despertar? Ni siquiera sé si he dormido bien...
¿Habrán venido? ¿O tal vez, fruto de las prisas en que vivimos inmersos, hayan pasado de largo?
Nos acercamos al salón. Varios paquetes llenan de color el pie del árbol, que luce orgulloso. Por si había duda... Tres platitos con restos de migas y tres vasos vacíos. Y una nota que dice "Gracias por ayudarnos a reponer fuerzas".
No hay duda. ¡Vinieron! Y se han portado... ¡Vaya si se han portado! Hay cosas que no se perciben en el día. Es parte de su magia. Y hay pequeñas sorpresas, que ayudan a mantener la ilusión que reina en este día.
Antes de despedirse, hacen una parada. En nuestra Parroquia. Para compartir nuestra Eucaristía. Para celebrar el gran regalo que nos deja cada Navidad. Para adorar al Niño.
Y para que no perdamos la oportunidad de poder decirles, un año más...
¡Muchas gracias, Majestades!