"Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto"
Con estas palabras, que escuchábamos a las puertas de la Semana Santa, Jesús anunciaba a sus amigos la llegada de la hora de culminar su misión en este mundo: Dar su vida por ti, por mí.
En la Catequesis, lo proponíamos como juego: plantar una semilla. Y esa semilla ha germinado, para dar fruto. Muriendo, ha creado nueva vida.
Y nosotros... ¿Estamos dispuestos a morir a nuestros egoísmos, envidias, pereza, mal genio,...?
Así, la vida de Jesús, que muere en la Cruz, pero que resucita para que tengamos vida, llenará nuestros corazones. Y nuestra nueva vida contagiará, creando nueva vida.
Y nuestro fruto será abundante.